En el entorno natural, conocido como “Paraje de los Molinos”, situado a 3 Km de Vejer, está la pedanía de Santa Lucía. La zona está declarada Monumento natural por la riqueza de su paisaje, su exuberante vegetación y belleza por lo que se ha convertido en un lugar idóneo para disfrutar del turismo rural.
Actualmente Santa Lucía , tiene unos 193 habitantes, que basan su economía en la agricultura; en sus tierras existen abundantes huertas y árboles frutales. Cuenta con una rica vegetación, debido a la riqueza del suelo y a la presencia constante del agua procedente de varios arroyos, el más importante de los cuales es el Manantial de La Muela afluente del Río Barbate.
A la riqueza natural se une un rico patrimonio arqueológico-industrial. Junto al acueducto de origen posiblemente romano, en este paraje natural se construyeron en el siglo XV siete molinos de agua que se utilizaban para moler trigo y obtener harina. En la actualidad se conservan algunas piezas de éstos, como por ejemplo, restos de los cubos y varias piedras de molino.
El agua, que procedía del Manantial de la Muela , era conducida mediante una delicada obra de ingeniería que aprovechaba los desniveles naturales del terreno, o los creaba artificialmente mediante acueductos, permitiendo el funcionamiento de cinco molinos denominados: Santa Lucía, Hoyo, Batán, Garrobo y Miraflores. El agua sobrante era derivada mediante canalizaciones para riego de las huertas del entorno.
Todos estos molinos eran propiedad de los Duques de Medina Sidonia que cobraban una renta para su uso. A principios del siglo XX el Conde de Villarienzo hereda Santa Lucía de la Casa Ducal y crea una empresa eléctrica, que abastecía de luz y agua a la población de Vejer, convirtiéndose en uno de los primeros pueblos en contar con estos servicios en domicilios privados.
La red de agua pasó a ser municipal en 1949, siguiendo el agua en propiedad de los Villariezo hasta que en el año 1978 el municipio compró los manantiales.
A unos metros de la cascada de Santa Lucía está la venta el Toro. En su delicioso merendero lleno de macetas se puede escuchar el sonido del agua al caer mientras comes su famosa fritá de papas con huevos y carne en salsa , el plato típico del local.
El establecimiento se abre en los años 40 de la mano de Antonio Esquivel, pero sería su hijo Antonio Esquivel Aragón el que le dio personalidad al sitio y comenzó a servir los famosos huevos fritos. Ahora regenta el establecimiento su sobrino Antonio Esquivel Gallardo con su madre, María Luisa Gallardo, en la cocina.
Además de los huevos, que nos sirvieron con rabanitos pelados ( para empujar la grasa) son típicos los desayunos con pan de campo y zurrapa de manteca colorá hecha por M Luisa y las meriendas con café de pucherete y algún dulce típico. La tarde que visitamos el local M Luisa estaba terminando de hacer rosquitos fritos de anís que- por supuesto-probamos con el café.
El establecimiento, una magnifica muestra de arquitectura rural popular, es un poco de todo: restaurante , local de reunión y tienda de productos locales muchos de los cuales están elaborados por ellos mismos.