El pasado 9 de septiembre tuvo lugar en Rota el “II Encuentro de Blogueros de Gastronomía en Rota, Tierra, Mar y Viñas”, organizado por la Delegación de Turismo y Comercio del Ayuntamiento de la Villa de Rota con el objetivo de poner en valor y dar a conocer los recursos roteños tradicionales, como son la agricultura y la pesca, así como su gastronomía y sus vinos recientemente adheridos a la Ruta del Vino y Brandy de Jerez.
Nuestra guía, como en el anterior encuentro fue Pilar Ruiz Rodríguez-Rubio, técnico de turismo municipal que en todo momento, con la amabilidad que la caracteriza, estuvo pendiente de las personas que asistimos, casi una treintena representando a 15 blogs y webs gastronómicas.
- Come en Casa
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- Cocinando al Potopó
- Visita Recomendada
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- De Camino a mi Cocina
- Aprendiendo a Cocinar
- La Fritada
- Suave como un Bizcocho
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- Ivan Ricoy y Eduardo Robles – Agencia organizadora de Actividades y Visitas
En este evento colaboraron también otras empresas y entidades roteñas: ACOR (Asociación Corraleros de Rota), Centro de la Mayetería, Agroalimentaria El Bucarito, Bodega El Gato, Diverso Tapas y Vinos, Restaurante El Badulaque y Hotel Playa de la Luz.
El punto de encuentro fue la venta El Picadero, en los pinares de la Playa de La Almadraba en Punta Candor. Nuestro primer objetivo era conocer los corrales, un arte tradicional de pesca y marisqueo declarados Monumento Natural por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, según Decreto 226/2001, de 2 de octubre.
Atravesando los pinares y dunas del parque Atlántico, en uno de los miradores sobre la playa de Las Almadrabas nos esperaba David Campos, presidente de ACOR. (Asociación de Corraleros de Rota) hijo y nieto de corraleros que nos explico la historia, la estructura y el funcionamiento de los corrales.
Definición, localización y estructura de los corrales de pesca
Un corral de pesca es una parcela de la franja intermareal rocosa de una playa delimitada artificialmente con un muro circular o de media luna, construido expresamente para capturar en bajamar los peces y moluscos que entran en esa zona con la marea alta. Actualmente se extienden por una pequeña franja de océano atlántico y playa, frente a los municipios de Rota y Chipiona.
Los corrales eran muy abundantes en toda la costa atlántica a principios del siglo XX. Según Benigno Rodríguez Santamaría, en su libro sobre las “Artes de Pesca”, escrito en 1923, eran muy variados por su forma: de herradura, circular, cuadrado, rectangular, de ángulo; por su uso ya que los había fijo y otros que eran temporales y por sus materiales: de piedra, delimitado con postes de hierro o empalizadas.
En la actualidad en lo referente a los corrales construidos a base de piedras, sólo quedan los de Rota , Chipiona y uno en Sanlucar, pero hay referencias de que existieron también en Cádiz ( Playa de Santa María, Los Corrales y La Caleta), Puerto de Santa María (entre La Calita y Fuerte Ciudad), en la costa onubense, en Canarias , en el norte de África y en todo el litoral Atlántico, pues se tiene noticia de ellos en Aveira (Portugal) y, en el litoral Atlántico francés donde todavía siguen existiendo. Todo ello nos hace pensar que los corrales de pesca marinos se encuentran en las tradiciones culturales de la mayor parte de los pueblos litorales del mundo,
Los Corrales de Rota ocupan un espacio de 1.100.037 m2 de superficie de la franja rocosa de la Playa de la Almadraba. Este espacio incluye dos zonas bien diferenciadas, una, compuesta por cinco corrales de pesca, ocupando una superficie de 30 hectáreas, y otra, exterior a los corrales, en las 80 hectáreas restantes.
En la actualidad existen en explotación en Rota cinco corrales con un nombre propio, a veces referido al apodo de su dueño, y otras- las más- al topónimo del lugar que ocupan o lindan: Encima, En medio o San José, Chico, Chiquillo y San Clemente.
Existe un proyecto de recuperación de los otros tres corrales perdidos que existían en 1971, los de Punta Candón, La Corraleta y Hondo. El primero de ellos fue utilizado como zona de prácticas de tiro por el ejército lo que imposibilitó su mantenimiento perdiéndose irremisiblemente tras la tempestad de 2007. El Corral de Hondo, junto a la antigua almadraba de atunes de la playa de La Luz, fue destruido por los lanchones para pescar el atún que se amarraban a sus muros de piedra. La mayor rentabilidad de la almadraba impidió su reconstrucción.
Los corrales nacen del esfuerzo del hombre por adaptarse al medio en que vive y explotar sus recursos pero deben darse condiciones naturales adecuadas:
Piedra: existencia de formaciones rocosas en la línea de playa
Agua: posibilidad de formación de estanques o charcas al bajar la marea
Tiro: corrientes adecuadas para el desagüe
Sobre este espacio natural el hombre controla y domina el mar mediante la construcción de muros de piedra: calones que unen el corral con la playa, amarraderos que delimitan los corrales o cercadillos que parcelan el corral en diferentes estanques o charcas: “los pescaeros”.
Los muros son de piedra ostionera unidos por un conglomerado marino de ostiones, algas y escaramujos (bellota de mar) que actúa como cemento natural. Delimitan los diferentes corrales y los “pescaeros” o parcelas de pesca existentes en cada uno de ellos. Los cercadillos o pescaeros tienen diferentes nombres: Bueno, Melón, Levante, Poniente, Mar del Sur….
Estos muros han sido construidos por los propios pescadores con la sabiduría que da la experiencia y la tradición. Las piedras se colocan verticalmente, y con el lado más estrecho en contra a las pleamares y bajamares, con la idea de perder el menor volumen de agua posible y que haya filtración de agua entre corrales paralelos. En la actualidad algunos están repasados con hormigón.
Conforme nos alejamos de la orilla, el muro de piedra aumenta de altura, llegando a alcanzar los 2 metros en la parte externa y una anchura que varía de 1 a 2 metros.
Es importante que la pared, a lo largo de los varios de centenares de metros de su recorrido, mantenga siempre la misma cota en lo que se refiere a su coronamiento o zona superior, de tal manera que el corral “emerja” simultáneamente durante el movimiento de bajamar ya que la existencia de zona más bajas produciría efectos de corriente (succión) que ayudaría a los posibles animales encerrados (“acorralados”) a escapar hacia mar abierto.
Para hacer posible que el agua embalsada dentro del corral siga saliendo una vez que el nivel del mar ya ha quedado por debajo de la cota más alta de la pared, ésta cuenta con cierto número de aperturas a lo largo de su recorrido, que reciben el nombre de “caños”. protegidos por una rejilla de palo o hierro cuya misión es desaguar el corral y retener los peces que entran cuando sube la marea.
En el interior del corral aparecen estanque naturales – lagunas- y otros construidos por el hombre y cercado por muros: los pescaeros, cuartelillos o piélagos. En su interior se suelen instalar falsos refugios para atraer a las especies encerradas y facilitan su captura por el pescador a pie o mariscador tradicional. Estas piedras reciben el nombre de piedra de hurgar: una simple losa de piedra sostenida horizontalmente por otras piedras que actúan como soportes de la primera. En determinados piélagos han quedado otros refugios de piedra de origen natural y que también atraen a las especies por la capacidad de protección que ofrecen. Estos reciben el nombre de “solapas”.
En cuanto a la fauna podemos encontrar moluscos:lapas, burgaos, almejas, ostiones, crustáceos: cangrejos de pelo, camarones y otros tales como el erizo, ortiguilla o anémonas de mar, pepinos de mar, blénidos o góbidos conocidos popularmente como sapitos o curros.
También podemos encontrar especies de peces que utilizan el corral para alimentarse, con la subida de la marea, y como zona de cría y engorde de sus alevines. Destacan los boquerones, sardinas, bailas, lubinas, sargos, mojarras, urtas , lisas y lenguados. También entran con la pleamar las sepias o chocos y pulpos.
Régimen de explotación de los corrales
Antiguamente la mayoría de los corrales pertenecían a la iglesia o a las clases pudientes que los arrendaban en escritura pública a los pescadores a cambio de un tanto por ciento de las capturas: una parte de lo que “cataban” del corral de ahí el nombre de “cataores” con el que tambien se conoce a estos pescadores. En el caso de Rota pertenecían a la casa de Medina Sidonia o a algunas ordenes religiosas como el de San Clemente.
Los corrales llegaron a tener, en tiempos, una actividad importante, de ahí que su propiedad estuviese inscrita en el Registro de la Propiedad, como si de tierras de labor se trataran, estando sujetos a arrendamientos, compras y ventas; llegándose a veces a permutar por otras propiedades como tierras de labranza o viviendas y pagándose por ellos el “Impuesto General sobre Trasmisiones Patrimoniales”.
Posteriormente con la desamortización por el estado de los bienes de la Iglesia y la desaparición de los mayorazgos fueron pasando a ser propiedad de particulares y muchos de ellos se escrituraron y se vendieron.
Como dato curioso entre 1927-28 el Corral De Encima fue vendido por 3.000 Ptas. a la familia Chupeta, y el propio padre de David compró a la familia Luna el Corral Chico para dedicarlo a la recolección del ostión.
Con la Ley de Costas de abril de 1969, los corrales pasaron a ser “Dominio Público Marítimo-Terrestre de la Dirección General de Costas” que concedía permiso administrativo” para la explotación de su pesca, estando sujetas a inspecciones, como establecimientos acuícola que eran, Pero a raíz del año 1988, con la aplicación de la nueva Ley de Costas 22/1988 de 28 de julio, han pasado a ser espacios de bien público, dependientes de los Ayuntamientos, explotados durante años mediante concesión administrativa, otorgada en escritura pública aunque la propiedad de ellos esté inscrita aún a nombre de particulares.
Su gestión y mantenimiento fue totalmente cedida por la Junta al ayuntamiento en el 2001, tras declararles Monumento Natural aunque son competencia de la Demarcación de Costas y Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía.
Funcionamiento del corral y artes de pesca
El funcionamiento de los corrales se basa en la alternancia de mareas altas y bajas. En las pleamares, el nivel del mar sobrepasa los muros, llena los corrales de agua y con ella entra su fauna. Cuando empieza a bajar la marea, los peces mayores se van quedando dentro y el agua junto al pescado pequeño se filtra por los muros y las rejillas preparadas para ello.
Cuando el nivel del agua es lo suficientemente bajo se produce el “descabece”.con herramientas específicas empezando a recoger el pescado y marisco que ha quedado en los pescaderos.
La principal figura del marisqueo es el cataor, o persona encargada del mantenimiento de la estructura de los corrales. Su figura con botas altas de agua y pantalones de hule con tirante va unida al ceroncillo, capacho de paja hoy sustituido por cubos de plástico en el que se guardan los instrumentos y el pescado.
Las herramientas de trabajo del corralero son:
- El pinche de almeja, especie de punzón metálico terminado en curva con mango de madera o sin el que sirve para remover la tierra y sacar las almejas una a una . Es el único medio de marisqueo de almeja permitido en el corral estando terminantemente prohibido el rastrillo.
- El francazo, similar a un tridente de tres a cinco dientes con mango de madera para hurgar en las solapas ( piedras naturales) o las piedras de hurgar puestas por el hombre bajo las que se refugia el pescado, los chocos y los cangrejos de pelo.
- El garabato, pincho de hierro terminado en punta para el pescado, los erizos y pulpos,
- La espadilla o cuchillo de marea, sable sin filo usado en las mareas nocturnas para golpear al pescado atraído por la luz. Con habilidad, los corraleros solían asestar golpes en la cabeza para no moler el pescado y que perdiera valor en el mercado.
- Tarralla red circular que lleva en todo su perímetro una serie de plomos que permiten tener peso suficiente para poder lanzarla a la distancia deseada y, una vez la red cae sobre el bolo de peces, cerrarla al accionar las tirantas. En su extremo una boya para localizarla y una cuerda que acciona las tirantas para cerrarla e impedir que el pescado se escape.
Los catadores del corral van recorriendo la lagunas si detectan un pez escondido en los jarifes o solapes del corral, lanzan la tarraya sobre ellos de manera que al obligar al pez a salir de su escondrijo este encuentra la red obstaculizando su huida y queda enmallado , siendo posteriormente rematado con ayuda de la espadilla o cuchillo de marea. con todo su perímetro con plomos para que caiga al fondo y tirantas para hacer bolsa, con una pequeña boya y una cuerda en el centro del círculo, desde la que se tira para subir la red que, con los plomos va cerrándose por abajo, dejando las piezas capturadas sin posibilidad de escape.
La pesca en los corrales es una actividad diaria realizada en las dos mareas: la nocturna con lámparas de carburo – hoy con lámparas alógenas- y la diurna. La pesca se realiza durante todo el año pero los meses mejores van de finales de octubre a junio. De noviembre a diciembre entra el robalo, de diciembre hasta marzo es la temporada de la lisa y de marzo a junio la del choco.
Los meses de julio, agosto y septiembre son nulos para la pesca aunque entran algunas especies de lisa (toritos), pero la actividad del corralero no se detiene. Cada mes y medio hay que limpiar los caños de fango y algas, repasar los muros y las piedras caladas, limpiar las piedras de hurgar y los pescaderos.
Como el volumen de pesca es pequeño, los corrales han sido tradicionalmente un complemento económico para los mayetos por lo que hasta hace 150 años el 100% de los corraleros eran agricultores. Un ejemplo de esta simbiosis entre la mayetería y el corral es la receta de la urta a la roteña elaborada con el pescado y las verduras de la huerta. Hace 30 años esta figura ha desaparecido y los corrales son mas una afición que un medio de vida. Los tres corrales producen sólo 300 Kl. de lisa y 120 de chocos por año.
Actualmente los corraleros son unos treinta incluidos en la Asociación de Corraleros de Rota que trabajan por concesión del Ayuntamiento sin pagar arrendamiento a cambio de mantener la tradición y cuidar de los corrales.
La Historia
El origen de los corrales de pesca constituye todavía una incógnita. Existen diversas teorías que fijan su origen en distintos momentos de nuestro pasado.
La que cuenta con más adeptos establece el nacimiento de los Corrales entre la época romana tardía y el inicio de la ocupación árabe, incluyendo la totalidad de la etapa de presencia visigoda. Esta teoría se basa en la superposición de los corrales a la explotación como cantera en época romana de la laja rocosa ubicada en la zona hoy ocupada por los Corrales ubicados en la Playa de Las Canteras (Chipiona)
Otras teorías, no necesariamente enfrentadas a la anterior señalan el nacimiento de los Corrales en época árabe.
Finalmente, otros autores, lo remontan a plena época romana, dada la vinculación de esta civilización con otras formas de explotación de recursos marinos ( cetariae, vivariae, aestuariae) y por la similitud de los utensilios empleados para llevar a cabo el despesque o “cata” con los usados por esa civilización.
La cuestión no esta por ahora zanjada. Lázaro Lagóstena de la UCA, en su artículo COLUMELA, DE RE RUSTICA VIII, 16-17: UNA FUENTE PARA EL CONOCIMIENTO DE LA PISCICULTURA EN BAETICA nos menciona la existencia en la Bética de vivaria construidos en las zonas intermareales de algunas playas gaditanas (pozas naturales o artificiales utilizadas como reservas de pescados vivos posiblemente heredado de los fenicios). Esta afirmación se ha comprobado arqueológicamente en la excavación realizada en playas de Barbate de dos estructura circulares , similar a los corrales, una excavada en la roca y otra construidas con sillares ( opus signinum).
Por otro lado, la existencia de este tipo de construcciones en Francia, concretamente en la isla de D´Olerón, con una similitud asombrosa con nuestros corrales es esgrimido por los investigadores que defienden el origen romano, ya que esta zona nunca fue invadida por los árabes.
En definitiva, posiblemente la pesca en pozas naturales es tan antigua como el hombre y existió en todas las zonas costeras en las que se establecieron las civilizaciones antiguas. Cada cultura iría aportando sus técnicas y saberes apoyándose en este legado del pasado.
La primera reseña escrita a la existencia de los Corrales data del 16 de julio de 1.399, cuando D. Pedro III Ponce de León, Señor de Marchena, donó el Corral de Pesca denominado “La Cuba” y otros más al Monasterio de Regla para el sustento de los frailes agustinos. El documento de donación, según relata Carmona Bohórquez en su libro manuscrito de 1.637, dice así: “Don Pedro Ponce de León, Señor de Marchena, a 16 de julio de 1.399, hace donación al Convento de Regla, de unos Corrales de Pesquería que están en la punta que llaman de La Cuba, que dice heredado del Conde D. Joan, en el término de Rota, y dónolo libremente sin carga, para el sustento de los religiosos de la dicha casa”.
Es de suponer por tanto que los corrales ya estaban en explotacion en época mulsumana y que los reyes tras la reconquista los entregaron a las casas nobiliarias que le ayudaron en la dominación de la zona.
En resumen la visita ha sido interesantísima y nos ha permitido conocer a fondo una parte del pasado de nuestra provincia. Su supervivencia de pende de un equilibrio extremadamente delicado que precisa de la acción humana para su protección y conservación. Todos estamos comprometidos en su supervivencia evitando el marisqueo incontrolado y cuidando de nuestros lugares de ocio costeros.